domingo, 6 de septiembre de 2015

De nuestro director espiritual y párroco


Iniciar un nuevo curso suele generar en nosotros dos actitudes que dependen principalmente de nuestro estado de ánimo: una es de alegría y esperanza, porque nos proponemos, o al menos deseamos, llevar a cabo algún proyecto. La otra, en cambio, es de cierto pesar, y suele ocurrir cuando el futuro no lo vemos claro porque lo que vivimos no nos satisface. Es cierto que hay situaciones duras, como puede ser el paro o casos de enfermedad crónica y seria, en las que por su naturaleza no es fácil abrirse al futuro con alegría y esperanza. Es por ello que quienes se hallan en estas circunstancias lo tienen mucho más crudo, motivo por el que han de aferrarse a razones o valores que les ayuden a vivir la vida con sentido, ya que, aunque a veces parezca que no lo tiene, la vida siempre es un regalo, es un don que vale la pena vivir.

En este sentido, nosotros, los que creemos en Jesús como el enviado de Dios, venido a este mundo a salvarnos de nuestras ataduras -el pecado y sus consecuencias-, hemos de sentirnos afortunados, ya que la fe -cuando es verdadera-, es una fuerza a la que nada se le resiste. ¿Por qué no gritar a los cuatro vientos que nos sentimos felices de creer en Dios y en su Hijo Jesucristo? ¿Por qué no decir al mundo que sólo en Jesús se halla la verdadera alegría y el sentido de la existencia?

A mi juicio, esta ha de ser la tarea principal que nos aúne a todos, a los miembros de esta Santa Hermandad de San José Obrero como a todos los fieles que formamos la comunidad parroquial de San José Obrero y San Francisco de Paula.

Que la Santísima Virgen, Nuestra Señora de los Dolores, nos enseñe a ver las cosas en profundidad y podamos iniciar y vivir este nuevo curso bajo su maternal protección.

Fray Abilio León, O.M.
Director espiritual y párroco.